Capítulo227
Fuera de Villa Mar, Aarón estaba ansioso, caminando de un lado a otro con preocupación en su
corazón.
Cuando vio a Clara saliendo con una maleta, Aarón se apresuró a acercarse y ayudarla con el
equipaje.
-Señorita, ¿Alejandro te ha molestado?-preguntó preocupado.
-No se atreve a hacerme nada. Verás cómo lo arreglo–dijo Clara mientras doblaba sus dedos,
haciendo un sonido nítido.
Aarón no pudo contener la risa al darse cuenta de que Clara llevaba puestas unas chanclas. -¿
Cómo es que solo llevas chanclas para salir?
-Me fui apresuradamente y olvidé cambiarme de zapatos–respondió Clara.
En realidad, en la entrada de la casa había varios pares de zapatillas blancas que le pertenecían, y podría haberse llevado uno de esos pares al salir. Sin embargo, ella obstinadamente eligió
expresar su resistencia y aversión hacia Alejandro y los últimos tres años de esa manera.
Esos zapatos pertenecían a Irene, estaban ordenados y limpios, dando la impresión de ser sumisos y obedientes. En cambio, los zapatos de Clara eran todos de alta costura, lujosos y llamativos, con
tacones afilados y exuberantes. Ella nunca volvería a ponerse los viejos zapatos de Irene, y
definitivamente no volvería atrás.
-Ve a KS WORLD–ordenó Clara, mientras el motor del Bugatti rugía con autoridad. Clara montó en
su auto y se marchó velozmente.
Mientras tanto, en la villa.
Alejandro estaba de pie junto a la ventana de la habitación donde Clara solía quedarse, mirando en
dirección a donde el auto se había ido, con el ceño fruncido y el corazón ardiendo.
De vuelta en el hotel, Clara permaneció en silencio mientras subía al ascensor junto con Aarón
para dirigirse a la oficina del gerente general.
Cuando acababan de entrar en el pasillo, se encontraron con una sorpresa. Allí estaba Rodrigo, con
una camisa negra y pantalones negros, apoyado en la pared, mirando perezosamente.
-¿Rodrigo? ¿Cómo llegaste hasta aquí?-exclamó Clara al acercarse, mirándolo con asombro en sus
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-Subi escalando–respondió Rodrigo, sonriendo con picardía.
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Estaba jadeando un poco, con un fino rastro de sudor en su frente, sus brazos musculosos
asomando bajo su chaqueta negra, y unos cuantos botones de su camisa desabrochados, dejando
vei su atractiva clavícula.
Aarón miraba con desdén a ese hombre que desprendía una aura de libertad salvaje y maldijo en
su interior pensando que era un mujeriego. ¿Acaso no sabe quién es nuestra señorita? ¿Cree que
mostrando unos músculos logrará que ella lo mire?
Pero, al parecer, Rodrigo tenía una habilidad para leer mentes, ya que en lugar de vestirse adecuadamente, se bajó aún más el cuello de la camisa y le echó una mirada maliciosa a Aarón.
-¿El secretario ejecutivo y el equipo de seguridad son un par de holgazanes? ¿Cómo es que permitieron que alguien entrara sin cita previa y sin mi permiso?-le regañó Clara, con tono severo.
Rodrigo sintió un escalofrío en el corazón. Había planeado subir sigilosamente para sorpresa, pero al parecer, solo había logrado asustarla.
-Voy a encargarme de eso—dijo Aarón fríamente mientras miraba al hombre.
darle una
-No tienen nada que ver con esto, subí aquí sin que me vieran–respondió Rodrigo rápidamente,
cambiando su expresión a una sonrisa encantadora. Luego, tomó el brazo de Clara y dijo: -Ellos me impidieron subir para encontrarte, así que tuve que recurrir a este plan. No los culpes a ellos,
cúlpame solo a mí.
-El secretario ejecutivo no recibirá su salario este mes, y el equipo de seguridad debe encontrar al responsable del turno de hoy y despedirlo de inmediato–ordenó Clara de manera decidida. Luego, se liberó con fuerza del agarre de Rodrigo y se dirigió hacia la oficina.
-Sí, señorita–respondió Aarón con una sonrisa interna al ver a Rodrigo quedarse colgado ahí.
¡Clara!-exclamó Rodrigo, dándose cuenta de su error y rápidamente persiguiéndola. Actuó como un niño travieso y desorientado: -Cometí un error, realmente lo hice. ¡Te compensaré! Dime, ¿qué
puedo hacer para que te calmes? Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa.
-Rodrigo–Clara lo miró fríamente–Ven conmigo, tengo algo que preguntarte.
Rodrigo se sintió como si hubiera recibido un perdón divino, con una mirada brillante en sus ojos,
y siguió a Clara alegremente hacia la oficina.
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Mientras tanto, Aarón fue asignado para quedarse afuera de la oficina y no entrar sin una orden.