Capítulo242
-Señorita, he oído que la cafetería en la escuela de Cine hace un café excelente. ¿Debería ir a
comprarle una taza para usted y para la señorita Inés? -propuso Aarón con una sonrisa.
-Está bien. Y mientras tanto, ve a buscar a Inés–dijo Clara sin apartar los ojos del plan que tenía en sus manos. -Acabo de llamarla, pero no contestó. Ve a llamarla de nuevo cuando entres. Ella
aún no sabe que estamos esperándole en la puerta trasera.
-De acuerdo–respondió Aarón mientras salía del coche y entraba por las puertas de la escuela.
Con su estatura elegante y traje bien cortado, atrajo la atención de muchas estudiantes
emocionadas que lo rodeaban.
Aarón entró en la cafetería y pidió dos tazas de café. La camarera femenina lo miraba
constantemente como si estuviera encantada por su presencia.
En ese momento, dos estudiantes femeninas con ropa a la moda y marcas famosas entraron en la
cafetería.
-Oye, ¿escuchaste que Inés Pérez fue elegida como protagonista para la obra de teatro de
graduación de la facultad de actuación? -dijo una de las chicas.
Al escuchar el nombre de Inés, Aarón frunció el ceño y escuchó atentamente.
-Ugh, ella otra vez. Seguramente sobornó al profesor para conseguir ese papel con algunos
movimientos poco éticos -respondió la otra chica.
-¿Quién sabe? Acabo de verla peleando con el chico más popular de nuestra escuela en el bosque
trasero. Esa mujer es tan promiscua que incluso un perro huiría de ella… ¡Ah! -De repente, las dos
chicas gritaron y asustaron a la camarera, haciendo que perdiera el color en su rostro.
Sin decir una palabra, Aarón lanzó todo su café a las dos chicas, arruinando sus elaborados
peinados y maquillaje.
-¿Estás loco? ¿Por qué nos atacas así? -gritaron las chicas, con la mitad de sus pestañas postizas
cayéndose y sus maquillajes arruinados.
-Según el artículo 246 del Código Penal, la difusión intencional de hechos falsos y ficticios que
puedan degradar la personalidad de otras personas, dañar su reputación y con consecuencias
graves puede ser castigado con hasta tres años de prisión, arresto, libertad condicional o privación
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agradecidas de que caballeros no golpean a las mujeres, de lo contrario, sería difícil que salieran
intactas.
Una de las chicas se asustó y tembló de miedo, mientras que la otra todavia estaba resentida y
argumentó: -¿Eres el novio de Inés? ¡Habría sido mejor que te desquitases con nosotros! ¿Por qué
no vas a ver la situación con tus propios ojos? ¿Acaso podemos decir lo que queramos si no vemos
nada?
Detrás del edificio de enseñanza, en el bosque trasero.
Inés fue abordada allí aquí por el chico más popular de la escuela, Jorge.
-Jorge, te lo he dicho muchas veces, no me gustas y no puedo aceptar tus avances–dijo Inés con
frialdad mientras miraba al hombre de lujo frente a ella. -También he quedado con alguien, así
que me voy primero.
-¿Tal vez piensas que carezco de sinceridad en mi cortejo? -preguntó Jorge, levantando una ceja.
Ignorando su resistencia, sacó una caja roja preparada de su bolsillo y la abrió delante de ella.
Dentro había un reloj de mujer de Cartier con diamantes engastados.
-Este es un regalo que elegi especialmente para ti. Guárdalo. Si eres mi novia, puedo satisfacer
todos tus deseos, desde coches deportivos hasta bolsos de Hermes… incluso si quieres vivir en una
gran y lujosa villa, puedo cumplir tus deseos–dijo Jorge con una sonrisa malvada mientras lamia
sus labios. No solo puedo satisfacerte materialmente, sino también en otros aspectos.
Aunque Inés era ingenua, también pudo percibir el significado lascivo detrás de sus palabras. Se
enfureció completamente y golpeó la caja para que cayera al barro. Ni siquiera miró el caro reloj.
¿Cuándo había experimentado un príncipe como Jorge una humillación así en su vida?
Lo vio con la vena del cuello hinchada, agarrando su muñeca con fuerza. —¡Inés! ¿Cómo te atreves a
despreciad lo que te ofrezco? ¿Crees que eres una dama de la más alta sociedad? ¿Por qué te
comportas de manera tan arrogante conmigo?
-Suelta… ¡Suelta mi mano! -Inés estaba nerviosa y luchando desesperadamente.
-Jeje… ¿Es esto una táctica de juego de gato y ratón, Inés? Como tú, he visto a demasiadas mujeres
que no tienen una buena posición social y que quieren cambiar su clase social a través de su figura
– dijo Jorge con una sonrisa codiciosa, mientras su otra mano se movía inquietantemente hacia
su cintura. -¿Acaso no quieres tener un futuro brillante después de graduarte? Si eres mi mujer,