Capítulo265
-Encontraremos a la hija ilegítima de Beatriz y Miguel. Pero para eso, primero debo tentarlos para
que muestren de una vez por todas sus puntos débiles-, Clara mostró una mirada astuta y entrecerró los ojos ligeramente, -Miguel ya lo dijo, solo Ana sabe dónde está esa niña, así que dejemos que Ana nos guíe. Será más fácil que investiguemos por nuestra cuenta.
Diego sonrió misteriosamente y preguntó nuevamente: -¿Y qué harás con Beatriz?
-Me encargaré de ella en su debido tiempo–respondió Clara.
Clara se sentía un poco cansada, las lágrimas asomaron en sus ojos y dio varios bostezos, -¿No se supone que está a punto de comprometerse con Alejandro? Voy a hacer que se trepe bien alto y luego la haré caer poco a poco hasta hacerle completos jirones su vida.
-Clara, Alejandro realmente está ciego–Diego recordó las palabras de Miguel y su, apacigüe
mente se nubló.
-Nunca ha podido ver a las personas que lo rodean de una manera objetiva. Sea o no un estúpido ciego, de todos modos, yo me alejaré de él lo más rápido que pueda afirmó Clara.
De repente, Clara recordó algo, sacó su teléfono móvil y mostró una foto que había tomado secretamente de Pol, -Hermano, mira a este señor, ¿lo conoces? Es el mismo que me ayudó cuando
casi me hirieron por el cuento de Miguel, solo sufrí algunos rasguños gracias a él. 2
Diego se sorprendió: -¿En serio? Entonces deberías ir y agradecerle.
-Le pregunté quién era, pero él no me lo dijo. Lo más importante es que me reconoció–la
curiosidad de Clara aumentaba.
Aunque era una mujer aparentemente sencilla, tenía el deseo innato de controlar todo, no le
gustaba que nadie ni nada saliera de su alcance.
Diego se inclinó hacia ella y examinó cuidadosamente al hombre en la foto.
De repente, abrió los ojos y luego miró a Clara con una expresión de asombro.
-Clara, ¿De veras no lo recuerdas?
Clara estaba perpleja: -¿Acaso lo conocí antes?
-Cuando eras pequeña, tenías una buena relación con él, lo recuerdo–dijo Diego.
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Clara miró la foto con incredulidad y parpadeó con sus hermosos ojos, tratando de reconocer a la
persona en la imagen.
Algo le resultaba vagamente familiar, pero no podía recordar por el momento.
-Es Pol, en el pasado, tenía una personalidad algo reservada y no hablaba mucho. Solo te gustaba jugar con él. ¿De verdad lo has olvidado?
-¡Así que es él!
Un destello de iluminación golpeó a Clara, exclamando incrédula: ¡Ha crecido tanto ahora!
En la oscuridad de la noche, el club privado en el que siempre estaba Pol estaba lleno de un ambiente seductor y exquisito. Envuelto en luces y sombras, hombres y mujeres se bamboleaban al ritmo de la música y el licor, entregándose a la lujuria y la desenfrenada indulgencia.
Sin embargo, Pol estaba solo, sentado en la penumbra, rodeado de la extravagancia y el descontrol, pero él permanecía elegantemente sereno. Ninguna mujer se atrevía a acercarse a él, todas sabian que era frío, arrogante, obsesivamente limpio y difícil de tratar. Nadie queria tener trato con él.
-Pol, me salto la fiesta en el yate en unos días–un joven adinerado, que ya estaba bastante borracho, se tambaleó y se sentó junto a Pol, con una mirada de frustración en su rostro. -Mi padre quiere que vaya a una cita a ciegas. ¡Estoy realmente harto! ¿Qué heredero adinerado en Ciudad de
México se casa a los veinte años? ¡Solo Alejandro es tan inútil!
Pol dio un sorbo a su copa de vino tinto, -Si no quieres ir a la cita a ciegas, simplemente recházala.
-No puedo rechazarla–el hombre se quejó, ajustando su corbata, -La chamaca es la hija del
magnate más rico de Valencia, Julio.
Pol contuvo la respiración, sus oscuros ojos parpadeando con un intenso destello negro.
-Entonces te tengo una solución que te beneficiara a ti y a mi–dijo.
-¡Hablame no más!– los ojos del joven adinerado se iluminaron.
Pol terminó su copa de vino, entrecerró los ojos y la luz cambiante reflejaba su pálido y hermoso
rostro, lleno de un misterio inexplicable.
-Tú asistes a la fiesta en el yate. Yo iré en tu lugar a la cita a ciegas.