Capítulo267
Ema tenía lágrimas en las mejillas y miraba tiernamente a Enrique con ojos llenos de pena, Pensé que nunca volvería a verte. He estado sufriendo mucho estos días, es como si de verdad estuviera muerta en vida. Tengo tanto miedo, Enrique.
Enrique notó que su amada esposa estaba exhausta y también se sintió un poco apenado. Sin embargo, su ánimo estaba también abatido después de la serie de desastres acumulados en los últimos días, incluso si la mimaba, no tenía el ánimo para consolarla en este momento.
En ese momento, el televisor en la pared comenzó a transmitir las noticias. Sorprendentemente, el presidente del grupo KS, Diego, estaba firmando un contrato de cooperación con el alcalde y otros responsables del proyecto de la Ciudad Próspera. En la pantalla, el apuesto Diego intercambiaba contratos y estrechaba la mano del alcalde, mientras las cámaras registraban este importante
momento con entusiasmo.
Alejandro no apartaba los ojos de la pantalla, sus venas del cuello se marcaban,, sintiendo una ira incontrolable arder en su pecho. En ese momento, la expresión de Enrique también se oscureció al
máximo. Este proyecto debería haber sido suyo, pero Clara lo había arruinado por completo.
Ema sintió un escalofrío en su corazón y abrazó el brazo tenso de su esposo, acusando con tristeza,
-¡Clara de veras es demasiado cruel con nosotros! ¿Qué hemos hecho tan malo para ofenderla de
esa manera? No solo nos quitó el proyecto, sino que también quiere enviarme a la cárcel. ¿Cómo puede ser tan vengativa?, cuando ella se casó con Alejandro, la familia Hernández la trató bien durante esos tres años. Yo también fui amable con ella, ¿cómo puede devolvernos el favor de esta
manera tan cruel?
Alejandro escuchó esas palabras y se sintió incómodo por alguna razón. Dejó el vaso de café con cuidado y levantó la mirada, -Lo que llamas ser amable con ella, ¿fue solo hacer que Clara nos
cocinara durante estos tres años?
Ema se enfureció aún más y apretó los dientes–Ella decidió hacerlo por sí misma, nadie la obligó
a hacerlo.
-Ema.
Enrique, que había estado callado todo este tiempo, repentinamente habló en tono grave, -Hay algo que necesito decirte.- Ema se sorprendió y luego las palabras de su esposo explotaron como un trueno en sus oídos, -Ya se han tomado decisiones sobre nombramientos de personal. A partir de ahora, Alejandro será el presidente del grupo Hernández y también el vicepresidente del
-Enrique, ¿qué estás diciendo? ¿Por qué lo dices?– Ema se quedó atónita, su rostro perdiendo de
repente todo color.
Enrique apretó los labios y permaneció en silencio por un momento.
Alejandro, quien entendía completamente el amor profundo entre ellos, sabía que Enrique no podía decir las cosas de esa manera, así que se ofreció a responder en su lugar, -deberías saber la
razón de esto. Es imposible que alguien que acaba de ser investigado por la fiscalía, con múltiples
cargos de soborno, abuso de poder y corrupción, ocupe un puesto tan importante en la compañía.
Si esto se difunde, el equipo directivo del grupo Hernández será objeto de burlas en la Ciudad de
México.
-Fui victima de una trampa tendida por Clara- Los ojos de Ema se pusieron rojos y se levantó de
repente, no sabía si era por la prisa o la ira, pero su visión se volvió oscura de repente, -Zeus fue
quien hizo todas esas cosas. Y él lo ha confesado, no tengo nada que ver con eso. ¿Por qué no puedo
ser vicepresidente del consejo?
Ema maldijo a Alejandro en su corazón, agarrando firmemente el brazo rígido de Enrique. ¡
Enrique! Estoy siendo acusada injustamente. ¡Clara me ha tendido una trampa! Tú prometiste que
me harías vicepresidenta del consejo. ¿Cómo puedes ahora darle ese puesto a él?
-Ema, aunque soy el presidente de Hernández, Hernández es una empresa con cotizaciones
considerables en la bolsa de valores, y decenas de accionistas y miembros de consejo, los cuales
tienen poder de voto. Por Dios, que no puedo decidirlo todo por mí mismo. Después de lo que ha
sucedido, no puedo darte así de fácil el aval de ser la vicepresidenta del consejo–dijo Enrique
mientras respiraba profundamente y retiraba su brazo de sus manos con fuerza.
-Enrique, ¿Acaso me estás cuestionando? ¡Soy tu esposa! Llevamos casados veinticinco años. ¿No
sabes qué clase de persona soy? ¿Cómo puedes creer en esos rumores?– Ema sintió un escalofrío
en el corazón y trató de ocultar su inquietud con una voz más aguda.
Enrique frunció el ceño y la miró con intensidad, sin decir nada, y luego se levantó y se fue.
Esa mirada significativa fue como un relámpago feroz, partiendo en dos el alma de Ema.
Esto sí que es malo, realmente malo.
Había estado manipulándolo durante tanto tiempo, aferrándose con un sinnúmero de artimañas a
Enrique durante tanto tiempo, y ahora todo estaba fracasando.