Capítulo272
-¿Por qué estás aquí?– Clara pareció sorprendida, incluso mostró una dulce y linda torpeza.
Pol curvo ligeramente sus finos labios, sus ojos brillaron como dos crecientes lunas encantadoras. -¿Acaso no puedo yo también ser tu cita a ciegas?
Los labios de Clara se apretaron en una mueca, sin saber cómo responder. La pregunta era muy directa. Sin embargo, la suave sonrisa en sus ojos y su rostro suavizaron el ambiente incómodo,
haciendo que Clara sintiera que era solo una broma inofensiva.
-¿Puedo tomar asiento?– Pol preguntó con cortesía.
-Por supuesto, siéntate–respondió Clara con gracia y naturalidad.
Pol, que vino a verla hoy, vestía igual que la primera vez que se conocieron: un traje a medida a
rayas azul oscuro y lentes de montura dorada. Se veía como siempre educado y elegante.
-Clara, tu apariencia de hoy es excepcional–dijo Pol mientras entrecerraba sus ojos color
esmeralda. -Sin embargo, en mi presencia, no necesitas fingir, solo sé tú misma.
Clara tosió ligeramente, sintiéndose incómoda. -Recuerdo que tú no eres mi cita a ciegas, ¿por qué
estás aquí?
-Porque sé que probablemente quieras volver a verme. Y, a decir verdad, también tenía la
intención de verte de nuevo–Pol ajustó sus lentes, sonriendo con tranquilidad.
-Desde la última vez que nos vimos, siempre he estado curioso sobre tu identidad. Así que
realmente esperaba tener la oportunidad de verte de nuevo–de repente, Clara levantó sus afilados
y brillantes ojos para mirarlo directamente, -Pol.
Los profundos ojos de Pol se contrajeron ligeramente, su mano sobre su rodilla tembló ligeramente
al reprimir su profunda emoción. Con voz suave, pronunció: Clara, ha pasado ya mucho tiempo.
Clara se sorprendió por un momento, respondiendo con cortesia: -Si, ha pasado ya mucho tiempo.
Aunque, en su infancia, compartieron un tiempo agradable juntos y Clara lo había defendido.
contra los abusos en la escuela, todo eso había ocurrido hace más de una década. Sin embargo, al
verlo nuevamente, Clara sintió que este hombre era un completo desconocido.
Recordaba vagamente que el Pol de su infancia era bajo y delgado, con rasgos faciales refinados y
una piel pálida como el jade. Debido a su delgadez y su naturaleza reservada, a menudo era objeto
prominente, y cuando veía que Pol estaba siendo acosado, no dudaba en intervenir.
Sorprendentemente, una niña como ella logró derribar a tres chicos mayores que ella. A partir de entonces, Clara se convirtió en la protectora de Pol, y nadie se atrevía a molestarlo.
Sin embargo, Clara había olvidado gran parte de esos viejos recuerdos. Pero lo que no sabía era que, a pesar de los años transcurridos y de haber vivido en un país extranjero y haber enfrentado
innumerables desafíos y adversidades, este hombre nunca olvidó que ella fue la primera luz que
se asomó y le dio color a su vida sombría.
En sus ojos, ella era el sol. Espléndida como el fuego, brillante y radiante.
-Así que, aquella noche en el bar, cuando accidentalmente chocamos, tú me reconociste–dijo
Clara.
-Sí–respondió él con una leve sonrisa.
-Esa noche, cuando estuve en peligro, ¿no me salvaste por casualidad mientras pasabas, sino que
me estuviste siguiendo todo el tiempo?– preguntó Clara.
-Sí–asintió.
-¿Por qué?– Clara frunció ligeramente el ceño. -Si ya me reconociste, ¿por qué no me dijiste
abiertamente quién eras?
-Porque estaba esperando–susurró Pol, su voz ligeramente ronca. -No te lo dije porque esperaba
que tú recordaras.
Clara sintió un leve remordimiento en su corazón, como si lo hubiera decepcionado.
-¿El lugar de encuentro también lo elegiste tú?– preguntó Clara.
-Sí, pensé que te gustaría, porque aquí hay un ambiente similar al de Villa Hermosa–respondió
Pol, con destellos de estrellas en sus profundos ojos. -¿Recuerdas? Cuando éramos pequeños, solíamos jugar al escondite en el jardín de tu casa. Cada vez, te gustaba esconderte detrás de la
gran roca 1.
Cuando eran niños, el juego del escondite era algo que ambos disfrutaban mucho. Él siempre podía adivinar dónde estaba ella, aunque cerrara los ojos. Sin embargo, él siempre fingía estar confundido, dando vueltas sin buscarla, para satisfacer su simple deseo de ganar o perder.
Le gustaba perder frente a ella, pero solo podía darse el lujo de perder ante ella.
+15 BONOS
-¿Aún recuerdas esas cosas?– Clara se rascó la cabeza, sintiéndose un poco avergonzada.