Capítulo276
Ambas partes se enfrentaban, con una atmósfera tensa y hostil.
-Alejandro, qué mala suerte encontrarte aqui–dijo Aarón con una risa fría.
-¿Está Clara adentro?– Alejandro frunció el ceño con ferocidad y preguntó en tono despectivo.
Al escuchar ese nombre, Beatriz sintió un escalofrío en su escalpa y su corazón se contrajo por un
momento.
-¿Qué te importa si nuestra señorita está adentro o no? A Alejandro no le importa este jardín–dijo
Aarón con sarcasmo, marcando cada palabra de una manera punzante.
-¡Solo estaba preguntando! ¿Por qué te atreves a hablarme así?– César no pudo soportarlo más y
respondió desafiante.
-Simplemente, lo detesto–dijo Aarón, con desprecio en sus cejas fruncidas.
-Bien, César–reprendió Alejandro y luego preguntó con indiferencia en sus ojos: -Clara, ¿qué
estás haciendo aquí?
Aarón miró burlonamente a la encantadora Beatriz y levantó una ceja: -Alejandro, ¿qué están
haciendo aquí? Nuestra señorita ha venido a hablar de cooperación aquí con este proyecto.
Los ceños de Alejandro se tensaron aún más. Clara, de hecho, también tenía interés en el campo de
rosas, pero esta vez no iba a dejar que tuviera éxito.
En ese momento, Clara ya había levantado su falda y se adentró en el mar de rosas, irradiando una espléndida energía en cada uno de sus pasos bajo el resplandor del sol poniente.
Sin ninguna venia, se agachó en el lodazal del jardin de rosas, usando sus delicadas manos para
tocar la tierra y observar detenidamente los tallos y pétalos de las rosas. Tomaba fotos y hacía
anotaciones detalladas en su teléfono.
Otras chicas venían a disfrutar del paisaje y tomar fotos, pero la señorita estaba era enfocada en
llevar a cabo una inspección minuciosa.
¿Quién hubiera imaginado que una mujer tan hermosa iría en contra del romanticismo y estaría totalmente inmersa en el pensamiento empresarial, centrada únicamente en hacer negocios y
ganar dinero?
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Una mujer ambiciosa puede ser bastante encantadora.
Pol se mantuvo erguido, con paciencia, esperando afuera por ella.
Inclinó ligeramente los ojos y una expresión de cariño y dulzura apareció en su elegante rostro mientras murmuraba para sí mismo: -Clara, sigues siendo la misma que cuando eras niña, eso es genial.
En ese momento, su secretaria lo llamó por teléfono, perturbando sus pensamientos.
Pol frunció el ceño rápidamente y contestó: -¿Qué sucede?
-Alejandro está aquí–dijo la secretaria con voz baja. -Anteriormente, las personas de Hernández
se pusieron en contacto conmigo para hablar sobre la posibilidad de una cooperación con en el Jardin de rosas. Pero, siguiendo sus instrucciones, no les di una respuesta definitiva. No esperaba que actuaran tan rápido, y hoy trajeran incluso expertos para evaluar el proyecto, parece que quieren seriamente cooperar con nosotros.
Pol miró fijamente a la ocupada Clara y preguntó con una voz profunda: -Además de las personas de Hernández, ¿quién más vino?
-También vino la prometida de Alejandro. Incluso en esta ocasión, él la trajo consigo, se les ve
muy enamorados y cariñosos–dijo la secretaria con un tono lleno de ironía.
Todo esto, Clara, que estaba rodeada de rosas, aún no lo sabía.
¿Es este el hombre que una vez amaste, Clara?
¿Es este el hombre por el que te sacrificaste y te quedaste a su lado durante tres largos años?
Clara, realmente eres bien ingenua.
Pol sintió una ardiente furia en su corazón, sus labios fríos se curvaron: -¿Has preparado lo que te
pedí?
-¡Sí, está listo!– respondió rápidamente la secretaria.
-Tráelo aquí y, de paso, manda a alguien a atraer a las personas de Hernández hacia acá–ordenó
Pol, empujando sus gafas de marco de oro, con una fría sonrisa que apenas se notaba en sus ojos.
Clara había estado agachada por mucho tiempo y su cintura empezaba a doler, asi que se levantó
lentamente de entre las flores, respirando agitada y limpiándose el sudor con la mano.